Escultor, broncista y teórico griego, junto a Fidias la otra gran figura de la escultura griega del periodo clásico, así como el primer tratadista occidental del que se tiene noticia. Nacido en Argos, en cuya escuela se formaría bajo la tutela de Hageladas, Policleto se especializó en la talla de figuras de atletas, con la representación del cuerpo humano desnudo como objeto de sus futuras investigaciones. Policleto, más “revolucionario” -valga el anacronismo de un adjetivo por entero inapropiado para los antiguos griegos- que Fidias, fue asimismo el inventor de uno de los máximos artificios de la escultura: el contrapposto, consistente en la representación del movimiento de los hombros y la parte superior del torso en oposición a la de la pelvis, resultado de lo cual las líneas de los hombros y de la pelvis no son paralelas, lo que genera un desequilibrio por el que se consigue un cierto dinamismo, consecuencia del cual el peso del cuerpo pasa a apoyarse sobre una sola pierna, quedando la otra en reposo; una descripción de este recurso lo encontramos en su escultura más representativa, el ‘Doríforo’. [Con anterioridad Mirón ya había logrado conferir la sensación de movimiento en su ‘Discóbolo’, mas de manera harto efectista y sin la lograda naturalidad que consigue trasmitirnos Policleto.] Al margen de su obra como escultor, Policleto desarrolló una labor teórica hasta entonces desconocida; el fruto más notable de ésta, basado en las relaciones entre los números y las partes del cuerpo, fue su desaparecido tratado teórico ‘Kanon’ (‘Norma’), en el que expone los principios de su concepción del hecho escultórico, partiendo del presupuesto capital de que la belleza no es sino la relación de unas partes con otras y del conjunto de las partes con el todo. Para lograr tal propósito, Policleto centra su atención en el estudio de las proporciones, llegando a la conclusión de que la perfección prototípica se conseguirá a través de unas medidas precisas en las que la altura será 7 veces la medida de la cabeza; quedaba así establecida la recurrente fórmula 1/7, de la que su obra maestra, el ‘Doríforo’, es toda una ilustración de principios, obra cuya coherencia de conjunto y asombrosa unidad matemática en el estudio de las proporciones, confirman a Policleto como uno de los más geniales escultores de todos los tiempos.
2. Mirón
(Eleutera, actual Grecia, ?-?, s. V a.C.) Escultor griego. Fue el principal escultor griego de su tiempo, exponente del llamado estilo severo y precursor de los grandes maestros del clasicismo pleno. Nació en Beocia, pero desarrolló su actividad, entre el 470 y el 440 a.C. aproximadamente, en Atenas, donde obtuvo la ciudadanía. Las fuentes literarias le atribuyen numerosos obras, en particular estatuas de atletas y héroes. Sin embargo, sólo se le han podido asignar con certeza tres, conocidas por copias romanas: el Discóbolo, el grupo de Atenea y Marsias y el Anadumenos.
Las dos primeras, sobre todo, son emblemáticas del estilo de Mirón, centrado en la plasmación del movimiento a través de las tensiones del cuerpo. El Discóbolo, que está captado en el instante anterior a la realización de un movimiento violento, constituye un ejemplo magistral de equilibrio dinámico, de desnudo juvenil ágil y vivo: el brazo derecho y la pierna izquierda insinúan el movimiento; el brazo izquierdo y la pierna derecha sugieren equilibrio.
Una idea semejante se encuentra en el grupo de Atenea y Marsias, plasmado en el momento en que el sátiro se detiene ante la diosa antes de retroceder. Estas dos obras, de figuras estáticas pero llenas de vitalidad y en las que se adivina el movimiento, hacen que Mirón sea considerado un artista adelantado a su tiempo, que buscaba por todos los medios superar la inmovilidad característica del estilo arcaico.
Mediante copias fragmentarias se ha podido reconstruir la estatua del Anadumenos, un atleta que recuerda al Discóbolo por la estructura del cuerpo. No se conoce el bronce titulado Vaca, situado en la plaza del mercado de Atenas, que reportó a Mirón una gran fama en su tiempo y fue motivo de inspiración para numerosos epigramistas por su intenso realismo.
Las dos primeras, sobre todo, son emblemáticas del estilo de Mirón, centrado en la plasmación del movimiento a través de las tensiones del cuerpo. El Discóbolo, que está captado en el instante anterior a la realización de un movimiento violento, constituye un ejemplo magistral de equilibrio dinámico, de desnudo juvenil ágil y vivo: el brazo derecho y la pierna izquierda insinúan el movimiento; el brazo izquierdo y la pierna derecha sugieren equilibrio.
Una idea semejante se encuentra en el grupo de Atenea y Marsias, plasmado en el momento en que el sátiro se detiene ante la diosa antes de retroceder. Estas dos obras, de figuras estáticas pero llenas de vitalidad y en las que se adivina el movimiento, hacen que Mirón sea considerado un artista adelantado a su tiempo, que buscaba por todos los medios superar la inmovilidad característica del estilo arcaico.
Mediante copias fragmentarias se ha podido reconstruir la estatua del Anadumenos, un atleta que recuerda al Discóbolo por la estructura del cuerpo. No se conoce el bronce titulado Vaca, situado en la plaza del mercado de Atenas, que reportó a Mirón una gran fama en su tiempo y fue motivo de inspiración para numerosos epigramistas por su intenso realismo.
3. Fidias
(Atenas, h. 490 a.C.-?, 431 a.C.) Escultor griego. Fue el artista más famoso del mundo clásico, y el maestro que llevó la escultura a las cotas más altas de perfección y armonía. La biografía de Fidias nos es en su mayor parte desconocida. Apenas se sabe nada de su formación, si bien se cree que tenía experiencia como grabador, pintor y repujador. Vivió en la época de Pericles, estadista empeñado en hacer de la Acrópolis de Atenas un signo majestuoso de la grandeza de la ciudad, que se convirtió en el principal protector de Fidias, quien básicamente trabajó en y para Atenas.
Fidias sobresalió tanto en la escultura exenta como en el relieve. La primera obra que se conoce de él es la Atenea Lemnia, una estatua de la diosa destinada a la Acrópolis de Atenas, de la que se conservan dos copias parciales: un busto en el Museo Arqueológico de Bolonia y una figura casi completa en el Albertinum de Dresde.
En el 438 a.C. se consagró la Atenea Partenos, la obra que le significó la fama. La patrona de Atenas está representada en esta estatua de nueve metros de altura como una diosa guerrera, con escudo y casco, preparada para la defensa de la ciudad. La obra, perdida, se conoce a través de copias de tamaño mucho menor.
Además de la Atenea para el Partenón, Fidias realizó otra estatua criselefantina, ésta para el santuario de Olimpia: la efigie de Zeus, incluida por los antiguos entre las siete maravillas del mundo. Era una estatua sedente del dios, de doce metros de altura, que destilaba grandeza y majestuosidad; es conocida a través de reproducciones en monedas y joyas.
Fidias sobresalió tanto en la escultura exenta como en el relieve. La primera obra que se conoce de él es la Atenea Lemnia, una estatua de la diosa destinada a la Acrópolis de Atenas, de la que se conservan dos copias parciales: un busto en el Museo Arqueológico de Bolonia y una figura casi completa en el Albertinum de Dresde.
En el 438 a.C. se consagró la Atenea Partenos, la obra que le significó la fama. La patrona de Atenas está representada en esta estatua de nueve metros de altura como una diosa guerrera, con escudo y casco, preparada para la defensa de la ciudad. La obra, perdida, se conoce a través de copias de tamaño mucho menor.
Además de la Atenea para el Partenón, Fidias realizó otra estatua criselefantina, ésta para el santuario de Olimpia: la efigie de Zeus, incluida por los antiguos entre las siete maravillas del mundo. Era una estatua sedente del dios, de doce metros de altura, que destilaba grandeza y majestuosidad; es conocida a través de reproducciones en monedas y joyas.
4. Lisipo
(s. IV a.C.) Escultor griego, documentado de h. 360 a.C. a h. 305 a.C. Fue uno de los escultores más famosos de la Grecia clásica y precursor del estilo helenístico. De las 1 500 esculturas de bronce que realizó, según Plinio, no se ha conservado ninguna, pero se conocen algunas de sus creaciones a través de copias helenísticas y romanas. Su obra más famosa es el Apoxiómeno, un atleta que se limpia el cuerpo con el estrígilo, y que ejemplifica uno de sus rasgos estilísticos más característicos: una mayor profundidad espacial, conseguida en este caso mediante la proyección de los brazos hacia adelante. El acentuado realismo de sus estatuas, otra de sus singularidades, se advierte en el Hércules Farnesio, considerado una copia del Hércules de Sición. Las figuras de Lisipo son siempre altas y esbeltas, lo que corrobora la tradición según la cual sustituyó el canon de Policleto por uno nuevo, en el que la cabeza representa una octava parte de la altura del cuerpo.
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